¿Pegar a los niños es una disciplina eficaz?
Dar azotes a los niños siempre ha sido un tema controvertido que suscita un intenso debate entre padres y pediatras.
Algunos lo consideran una táctica disciplinaria eficaz, mientras que otros se oponen ferozmente al uso del castigo corporal. A pesar de parecer de la vieja escuela, varios padres han admitido que de vez en cuando pegan a su hijo cuando están estresados o cuando el niño se niega a escuchar.
Dado que el castigo en sí sigue siendo noticia, quizá te hayas preguntado si los azotes son realmente una estrategia eficaz para conseguir que tu hijo te haga caso. Quizá te preguntes cómo afectará a tu hijo a largo plazo. ¿Hay otras formas de disciplinar a tu hijo?
Sigue leyendo mientras discutimos diferentes puntos de vista para ayudarte a tomar una decisión bien informada.
¿Por qué los padres pegan a sus hijos?
Los padres que pegan a sus hijos lo consideran una herramienta disciplinaria útil. La afirmación más común es que los niños escucharán y serán más obedientes como resultado. Ahora bien, pegar a un niño puede hacer que sea obediente inmediatamente, pero no es una solución a largo plazo.
No les enseña por qué lo que hicieron estuvo mal y qué deberían haber hecho en su lugar. Así que puede que repitan el mismo error un par de días después, ya que no saben cómo comportarse mejor.
La otra razón es que estos padres creen de verdad que pegar no está mal. Verás, ellos mismos lo han experimentado, al haber crecido en hogares donde los azotes eran la norma. Algunos padres piensan que los niños que no reciben azotes se vuelven malcriados y carecen de buenos modales.
También hay veces que los padres pegan a sus hijos por desesperación. El niño puede portarse mal a diario. Esta resistencia constante les hace pensar que no hay ninguna otra alternativa que pueda funcionar.
Pero hay que entender que los azotes no funcionan siempre.
Es un acto de agresión, y eso puede tener graves consecuencias para el bienestar de tu hijo, tanto emocional como psicológicamente. Además, los expertos han descubierto que los azotes hacen más mal que bien. Aunque puede ser una solución rápida a los problemas, a largo plazo tiene un efecto perjudicial.
¿Es legal pegar a los niños?
Aunque algunos expertos sostienen que cualquier forma de castigo corporal es igual al maltrato infantil, hay una gran diferencia entre unos azotes suaves, administrados cuidadosamente por amor, y un tipo de desahogo emocional hostil.
Pero, ¿esta diferencia da a los padres el derecho legal de azotar a sus hijos?
¿Es legal que los padres peguen a sus hijos?
Ninguna ley de Europa prohíbe a los padres utilizar el castigo corporal, siempre que no dañe gravemente al niño. Sin embargo, la definición de lo que es aceptable al utilizar el castigo corporal difiere de un estado a otro.
Por ejemplo, aunque España permite una fuerza “razonable y moderada” contra un niño, ha prohibido explícitamente acciones como dar patadas, quemar, lanzar, cortar, sacudir y amenazar con un arma mortal.
Si revisas todos los estatutos del estado, encontrarás que se hace especial hincapié en lo “razonable”. ” Como el concepto en sí es bastante vago, hace que la aplicación de la ley dependa en gran medida de la interpretación.
También debes tener en cuenta que, aunque estas leyes permiten a los padres disciplinar a sus hijos de forma “razonable”, no extienden la misma cortesía a los hijos de otras personas. Por ejemplo, si pegas al hijo de un vecino que se porta mal contigo repetidamente, podrías encontrarte con muchos problemas.
La buena noticia es que los padres de hoy son menos propensos a pegar a los niños que los padres del pasado.
¿Es legal que un profesor pegue a sus alumnos?
En Estados Unidos, de los 50 estados, 19 estados no han prohibido los castigos corporales en el aula si el profesor utiliza una fuerza “razonable y necesaria” “no mortal” que no cause ninguna lesión física.
Los 31 estados restantes prohíben cualquier castigo físico que no sea el necesario para mantener un entorno seguro.
En España, también está prohibido, igual que en la mayoría de países europeos.
Los profesores han sido detenidos en el pasado por maltrato infantil cuando se ponían demasiado agresivos con sus alumnos. Teniendo en cuenta que el entorno escolar debe ser positivo y amistoso, los profesores deberían abstenerse de dar azotes a sus alumnos.
¿Pueden los golpes afectar negativamente a los niños?
La Academia Americana de Pediatría (AAP) ha instado a los padres a utilizar “formas sanas de disciplina” y condena enérgicamente los azotes, por considerar que son ineficaces y perjudiciales. También quiere que los padres dejen de pegar, abofetear, amenazar, insultar o avergonzar a sus hijos.
El grupo de pediatras ya había publicado en 1998 unas directrices que aconsejaban a los padres utilizar refuerzos positivos en lugar de azotes cuando disciplinan a los niños.
A continuación se exponen algunas razones por las que consideran que debes dejar de dar azotes a tu hijo inmediatamente.
No sensibiliza sobre el comportamiento correcto
Como ya hemos dicho, pegar a tu hijo no le ayudará a diferenciar lo correcto de lo incorrecto. Por ejemplo, si abofeteas a tu hijo por insultarte, no le enseñarás la importancia de tener respeto por las personas mayores.
Enseña a tu hijo los buenos modales. El proceso llevará tiempo, pero sin duda también es más eficaz. Ten paciencia con ellos mientras descubren lo que es un buen comportamiento a partir de tus elogios.
Disminución de la autoestima y problemas de salud mental
Insultar y pegar a los niños, especialmente en público, puede hacer que se avergüencen de sí mismos. Suelen empezar a luchar con una menor confianza en sí mismos y con problemas de salud mental. Los azotes también afectan negativamente a la autoestima y la confianza, al tiempo que enseñan a los niños lo que no deben hacer: volverse violentos.
El problema de estas emociones negativas es que no motivan a tu hijo a mejorar su comportamiento y ser mejor. Los niños tienen que darse cuenta de por qué deben modificar su comportamiento. Esto les motivará y les ayudará a desarrollar la confianza en sí mismos.
Les hace más agresivos
Los niños imitan lo que ven. Así que si levantas la mano, ellos harán lo mismo.
Los azotes también confunden a los niños. Al fin y al cabo, si les das un azote como castigo por pegar a su hermano, ¿cómo es que ellos están mal y tú bien?
Esto les hará más agresivos y les llevará a otras consecuencias graves, ya que empiezan a ver la violencia como una vía para resolver los problemas de su vida.
Se vuelve menos eficaz con el tiempo
Tu hijo te hará caso inmediatamente cuando le des un par de azotes las primeras veces. Ahora bien, esto no se debe a que entienda que lo que ha hecho está mal, sino que el dolor físico sólo les ha conmocionado para que obedezcan.
El hecho de que te peguen no creará el mismo miedo cada vez. Los niños pueden “acostumbrarse” al castigo corporal. Intenta utilizar otros métodos disciplinarios, como confiscarles el teléfono, castigarles o quitarles los privilegios de la televisión.
No funciona con adolescentes o niños mayores
Si llevas mucho tiempo pegando a tu hijo pequeño, ¿qué harás cuando se convierta en adolescente?
Un adolescente puede pensar que el castigo físico está bien cuando el que pega es más fuerte. Esto puede convertirlos en matones o hacerlos demasiado tímidos para defenderse.
Los médicos no lo apoyan
Los pediatras y los psicólogos no avalan los azotes. Instan a los padres a optar por medidas adecuadas a la edad que puedan disciplinar a tu hijo sin que haya violencia de por medio.
Una encuesta de 2023 publicada en la revista Pediatrics destacaba cómo sólo el 6% de los médicos recomendaba los azotes, y sólo el 2,5% pensaba que podían tener resultados positivos.
Fomenta la mentira
Los padres deben trabajar en el desarrollo de una relación honesta con sus hijos, y los azotes sólo animarán a los niños a mentir por ira o miedo.
Si el niño hace algo malo, habla con él sobre ello en lugar de enfadarte. Su primer pensamiento debería ser: “No debería hacer esto, ya que no está bien”, en lugar de “¿Qué puedo hacer para ocultar esto y no meterme en problemas?”
¿Cómo pueden los azotes afectar al comportamiento y al cerebro del niño?
Las investigaciones han demostrado que pegar a los niños puede tener efectos psicológicos y de comportamiento perjudiciales para ellos. En otras palabras, no se puede cambiar el comportamiento problemático del niño poniéndose físico.
Analicemos estos efectos adversos con más detalle a continuación.
Los azotes y el cerebro
Los expertos han descubierto que los Castigos Corporativos Severos (HCP) pueden reducir la cantidad de materia gris presente en el cerebro de un adolescente cuando se le somete a episodios físicos repetidos, y los azotes entran dentro de los HCP.
La materia gris es el tejido conectivo que se encuentra entre las células del cerebro. Es esencial para el desarrollo adecuado del cerebro y para realizar funciones relacionadas con él, como el habla, la memorización, la emisión y el aprendizaje. Los azotes acaban reduciendo la materia gris, haciendo que los niños tengan dificultades para realizar estas funciones vitales.
Los azotes y el comportamiento
El efecto adverso que los azotes tienen en el cerebro conducirá, comprensiblemente, a problemas de comportamiento, que a su vez están influidos por las emociones.
Los episodios repetidos de PCH crearán una tendencia agresiva en los niños, haciéndolos más propensos a pelear, gritar o decir palabrotas en las últimas etapas de su vida. Estos niños también pueden considerar que la fuerza física es un comportamiento aceptable cuando las cosas no salen como están previstas.
Aparte de la externalización, los niños que son azotados con frecuencia también pueden volverse antisociales. Este comportamiento excesivamente introvertido se debe sobre todo a una menor autoestima y confianza en sí mismo.
Formas alternativas de disciplinar a tu hijo, sin golpes
La paternidad no es fácil. Los interminables retos que conlleva pueden hacer que a veces parezca que los azotes son la mejor manera de cambiar el comportamiento de tu hijo, sobre todo por su eficacia a corto plazo.
Pero en realidad no lo es. Hay varias formas -más prácticas- de disciplinar a tu hijo sin utilizar el castigo físico. He aquí algunos de los mejores métodos:
Habla de las consecuencias del mal comportamiento
Para que tu hijo deje de portarse mal, tienes que hacerle entender que los malos modales tendrán resultados indeseables. Puedes intentar explicarle las consecuencias del mal comportamiento con un enfoque tranquilo pero firme.
Por ejemplo, si tu hijo no limpia su habitación a pesar de varios recordatorios, quítale todos los juguetes que estén tirados en el suelo o que no estén donde deben estar. Esto hará que relacione tu castigo con su acción.
Ignora el comportamiento de búsqueda de atención
Es interesante señalar que ignorar selectivamente es más eficaz que dar un azote.
Cuando tu hijo empiece a hacer una rabieta, finge que no le oyes o mira hacia otro lado. Esto hará que tu hijo entienda que sus intentos de llamar tu atención mediante un mal comportamiento no van a funcionar. Al final aprenderá que si quiere algo, debe ser educado.
Pide tiempos muertos y tiempos muertos cuando sea necesario
Cuando los niños se ponen demasiado agresivos, ponerlos en un tiempo muerto puede ayudar a calmarlos, siempre que los padres lo hagan correctamente.
En un tiempo muerto, el niño se aísla de su familia y amigos de forma segura durante breves intervalos. Así que si ves que tu hijo se pone demasiado agresivo, envíalo a otra habitación. Cuando se haya calmado, habla con él sobre sus sentimientos.
Los tiempos muertos funcionan bien cuando tu hijo busca ser el centro de atención y ser disruptivo. Entonces, la repentina separación de sus compañeros o de su familia hará que el niño se sienta incómodo por la falta de atención, y le recordará que debe mantener la calma en el futuro.
Si tu hijo es lo contrario, por ejemplo, es tímido o te ignora en los momentos clave, programa momentos con él y pasa tiempo de calidad haciendo algo que le guste.
Quita los privilegios
Curiosamente, quitarle algo que tu hijo atesora le dolerá más que los azotes. Puede ser su juguete favorito, un videojuego o los privilegios de la televisión.
Al mismo tiempo, deja claro que puede recuperar los privilegios si sigue tus instrucciones. Por ejemplo, cuando le quites un juguete, dile algo como: “Te voy a quitar el juego del ordenador durante el resto del día, pero podrás recuperarlo mañana si limpias tu habitación en una hora”.
Permitir que se produzcan consecuencias naturales
Las consecuencias naturales pueden dar algunas lecciones valiosas a los niños. Los padres intentan tomar todas las medidas para proteger a sus hijos, pero a veces los niños necesitan aprender de sus propios errores.
Imagina que le pides a tu hija que se ponga una chaqueta antes de salir a jugar. Si no te hace caso, deja que vaya y pase frío, siempre que no sea inseguro. Cuando tenga frío, se arrepentirá de no llevar la chaqueta, y lo recordará la próxima vez que salga.
Premia y elogia el buen comportamiento
Al igual que reprender el mal comportamiento, también es necesario elogiar y recompensar el buen comportamiento.
Si ves que tu hijo, por ejemplo, ayuda a sus hermanos, señálalo. Llénalo de elogios para animarlo a seguir con su comportamiento amable y gentil. Otra táctica sería premiar a tu hijo cada vez que haga algo bueno.
En una habitación llena de niños, debes elogiar y prestar más atención a los que siguen las normas y se comportan bien. Esto hará que los demás niños se den cuenta automáticamente de lo que deben hacer si quieren el mismo nivel de atención. Sin embargo, no ignores por completo a los demás niños, ya que podrían sentir celos de los que reciben constantemente todos los elogios.
Enseña habilidades que puedan reducir los problemas de comportamiento
Los azotes nunca mejorarán el comportamiento problemático. Sin embargo, si enseñas a los niños nuevas habilidades que les ayuden a gestionar sus emociones, a resolver problemas y a comprometerse, les hará más disciplinados.
Conclusiones
A pesar de que un azote cuidadoso puede provocar una respuesta positiva en un niño, sigue habiendo una cantidad abrumadora de pruebas científicas que dicen que sólo debe ser un último recurso, e incluso entonces, es muy poco aconsejable. Utilizando medidas disciplinarias no físicas y alabando su buen comportamiento, hay más posibilidades de que se convierta en un adulto responsable. Un poco de paciencia contribuirá en gran medida a su confianza y disciplina en el futuro.
Pediatra desde 2015, enamorada de mi trabajo. Tengo dos enormes renacuajos y un marido que cocina mejor que nadie.
Máster en Investigación Clínica y Postgrado en Divulgación Científica, también colaboro desde hace años como profesora en varios centros educativos y artículos científicos.
Empecé Revista del Bebé para ayudar a todas las madres y padres que lo pudieran necesitar, y así unifico mis grandes pasiones: los niños y escribir.